GUÍA
5. HERRAMIENTAS DE APRECIACIÓN: DEL TIEMPO EN EL ARTE Y LA MEMORIA
ACTIVIDAD 2. REFLEXIÓN
META-COGNITIVA.
La música es el arte de
los sonidos en su propio tiempo.
La división tradicional de las Bellas artes
clasifica a la música en las artes dinámicas y del tiempo, aquellas que existen
al transcurrir de este. Históricamente la música es una manifestación creativa
social y cultural. Su grado de abstracción parte de las matemáticas, la lógica y elementos reales. La percepción de este arte, no depende
únicamente de la estricta partitura, sino también de la habilidad y fidelidad
interpretativa, los instrumentos y su ejecución, llevándonos a sentirla como un
arte viviente que se recrea y presenta en diversos momentos de manera
espiritual y universal y se comunica con lenguaje propio gracias al poder de
abstracción. Esto la diferencia de la relación que se establece entre el
artista de una obra plástica y su espectador. Maneveau, (1993) nos dice al
respecto que la música a diferencia de otras artes se inscribe en una duración
característica que llega a compartir con el lenguaje. Un concierto musical
implica una maraña compleja de actores que deben involucrar importantes funciones
en el mensaje que el compositor transmite al público siendo según Adriana
Bolívar en “Análisis del diálogo” los
eslabones de los extremos en una cadena en la que interactúan múltiples actores
y el producto de esta comunicación musical, no es la partitura sino la obra
producida en escena.
Para entender música y determinar la importancia
del tiempo en su desarrollo, se necesita conocer elementos fundamentales que la
componen en su esencia; sonidos y ritmo, siendo el sonido el aspecto más
importante de la música y el ritmo, la expresión de movimiento que tanto en la
música como en la vida, es entendido como una distribución de la duración del
sonido en el tiempo y en el espacio, una regulación de sonidos y silencios en
unidades métricas que han sido previamente establecidas. Concebir la idea de
vida sin estos movimientos repetitivos es imposible porque están presentes en
la naturaleza de forma interna y externa, fundamentales y determinantes. Los
ritmos biológicos, ritmo cardiaco, pulsaciones y fases del sueño y en el caso
de la música determinan su carácter relajado o dinámico. Allí depende de
compases que muestran como, a mayor velocidad, la música es más estimulante. En
una composición es la pauta de repetición de sonidos fuertes y débiles en
intervalos regulares o irregulares, siendo la base que mantiene un orden y un
equilibrio, imponiendo sentido de tiempo
y espacio a otros elementos como melodía, armonía y matices. Anotamos que por
convención histórica, la mayor parte de las expresiones que indican el manejo
de tiempos y movimientos en las partituras son en italiano como “allegro”
“adagio” “presto”. Escuchar una obra y su desarrollo en el tiempo permite
percibir su forma. A diferencia de la concepción de otras formas artísticas, la
musical se inscribe en el tiempo. Se puede confundir con estructura de la
audición en la que la percepción es diferente
en el compositor y el oyente, dependiendo de la duración y dando a la
obra unidad formal como la sonata o la sinfonía. Esta es su concepto y a su
vez, la creadora de la unicidad de la obra. El pulso como el compás es una
unidad básica que mide tiempos y los divide
en partes iguales de manera regular. Su velocidad puede variar con los
cambios de tempo. Influye en conceptos como ritmo, tempo, métrica y compás
siendo el orden repetitivo más ordenado donde se reconocen unidades rítmicas.
Se tiene presente al compás como una unidad superior en la que se agrupan
varios tiempos y se clasifica según la cantidad de tiempos desarrollados. La
combinación de diferentes duraciones representadas en las notas musicales
configura el ritmo. La duración de cada nota se indica por medio de unas
figuras que integran un sistema de equivalencias de valores de tiempo que
también mide los silencios.
La importancia del tiempo en la música la
menciona el Teólogo suizo Hans Balthasar en esta metáfora musical: «Demos confianza al tiempo.
El tiempo es la música; y el dominio de donde ella emana, es el porvenir.
Compás tras compás, la sinfonía se engendra ella misma, naciendo milagrosamente
de una reserva de duración inagotable». Encontrado en Wikipedia. Por su parte
David Throsby (2001) Plantea una hipótesis en la que el tiempo empleado le
produce al artista su valor cultural, y por ende a la obra. No obstante surge una duda al ver que muchas
veces el proceso de idear, planear y ejecutar pueden desarrollarse
simultáneamente o fusionando sus tiempos creativos. En el caso de estas obras
el tiempo de producción se refleja en su valor cultural intrínseco.
Tres grandes compositores muestran la importancia
del tiempo en la música en su producción, estructura musical y desarrollo.
Genialidades de diferentes entornos históricos, su gran valor cultural se
refleja en la vigencia de la memoria colectiva en nuestros días. Esta selección
es: "Las Cuatro Estaciones" de Antonio Vivaldi, la “Misa de Réquiem”
de Wolfgang Amadeus Mozart y La Sinfonía
9 de Ludwig van Beethoven. A través de la música conocemos las emociones del
hombre de una manera diferente a las ciencias con un sentimiento de placer
hedónico que le puede llevar a producir. Estas obras musicales coinciden en una
gran semejanza que consiste en ser
grandiosas gracias al manejo de los tiempos y movimiento en su
composición generan placer constante en el oyente y a pesar de estar vigentes
en la memoria colectiva de las personas y de que hoy en día puedes a acceder
fácilmente a ellas no te cansas de escuchar y disfrutar cada nota en lo cual
refutan a Gossem, (1983) al hacer referencia al texto” La medida de todas las
cosas” de Pinnock. Donde menciona una satisfacción suplementaria debido al
consumo de un bien que disminuye a medida en que el consumo de este bien
aumenta. Con características propias que se describen en los siguientes
párrafos.
"Las Cuatro
Estaciones" de Antonio Lucio Vivaldi.
Son cuatro de varios conciertos publicados en
Ámsterdam en 1725, titulados “Il Cimento dell’ Armonia e dell’ invenzione” con
estructura formal de tres movimientos: Allegro (rápido), Adagio (lento) y
Allegro (rápido). El primer violinista conserva las partes principales de la
orquesta como el solista de hoy. Vivaldi describe su trabajo musicalmente
citando en las partituras títulos descriptivos, movimientos y secciones
clasificando los sonidos imitados en su obra. Los conciertos son descritos de
acuerdo a las frases musicales. La distribución y anotaciones fuera de lo
musical figuran en la partitura en comillas. Los sonetos se tradujeron casi
literalmente manteniendo imágenes poéticas. La variación de la velocidad esboza
cada una de sus escenas con pasajes. Algunos apartes de estos conciertos son:
El primero, “Primavera”, de tres movimientos: Allegro, en 4/4, en Mi Mayor,
Largo, en ¾ en Do # menor, Allegro, en 12/8, en Mi Mayor. Comienza con “Canto
de los pájaros” donde los violines representan trinos de aves. Sigue la segunda
fase; “El Pastor durmiendo“ y sucesivamente se va desarrollando en cada
movimiento un tema específico. Los movimientos del segundo concierto, “Verano”,
son: Allegro non molto, en 3/8, en Sol menor, Adagio, en 4/4, en Sol menor y
Presto, en ¾, en Sol menor. Este concierto muestra al verano como una época
triste donde su movimiento inicial “Languidez que da calor” es interpretado en figuras
vacilantes y dóciles. El “Otoño”, consta de: Allegro, compás 4/4, en Fa mayor,
Adagio molto, en compás de ¾, en Re menor, y Allegro, en compás de 3/8 en Fa
Mayor. A pesar de la intención de Vivaldi este concierto no parece representar
la tormenta por lo festivo del movimiento “Baile y Canto de Campesinos”. El
invierno comienza Allegro, non molto, en compás de 4/4, en Fa menor, Largo, en
compás de 4/4, en Re bemol Mayor, Allegro, en compás de 3/8 en Fa menor. Se
impone el dramatismo en los versos en los que el hombre y los elementos pugnan
y por medio de acordes de corcheas interpreta esta bella frase:” temblar,
aterido, entre álgidas nieves”.
La Misa de Réquiem en
re menor, K. 626.
Es una obra
de Wolfgang Amadeus Mozart de carácter religioso, basada en los textos
latinos para el réquiem, de duración aproximada de 60 minutos. Es la última
misa de Mozart en 1791, quien murió antes de terminarla. Encargada este año por
el conde von Walsegg quien anticipó la mitad del precio convenido, por lo cual
Constance Mozart buscó subcontratar la terminación a su nombre para cobrar el
saldo. El primero de los fragmentos, el “Réquiem” (Adagio) y el siguiente; el
"Kyrie" (Allegro) fueron terminados por Mozart. Los demás parecen
elaborados por Süssmayer según esbozos de Mozart, indicio de la autenticidad
del diseño metódico y de sus principales intervenciones instrumentales. Partes
como el "Benedictus" parecen totalmente de Süssmayer, siguiendo el
estilo de su maestro Mozart. La instrumentación se considera sobria al excluir
instrumentos de viento destacándose los de cuerda como "corni di basseto”.
Tiene pasajes llenos de carácter, fuertes y dramáticos como el “Dies irae” y
otros melancólicos y sublimes como el “Lacrimosa”. La construcción del periodo
melódico en su carácter brinda grandes posibilidades destacadas en las diferentes voces que
caracterizan la pieza. En los tiempos, la potencia expresiva y la belleza de la
partitura, el "Introitus" y "Kyrie" se encuentran en la
cima de la producción musical universal. Dividido en 7 bloques, algunos
subdivididos en pequeñas partes, el Réquiem muestra la posibilidad de un manejo
opcional del tiempo porque todas tienen
final y dependiendo de director e interpretación varía la duración de sus
pausas. Los grupos interpretativos varían en las diferentes partes así:
Introitus: Réquiem Aeternam (coro y soprano), Kyrie Eleison (coro), Sequentia:
Dies Irae (coro), Tuba Mirum (soprano, contralto, barítono y tenor), Rex Tremendae (coro) Recordare, Pie Jesu
(soprano, contralto, barítono y tenor), Confutatis Maledictis (coro), Lacrimosa
Dies Illa (coro), Offertorium: Domine Jesu (coro, soprano, contralto, barítono
y tenor), Hostias (coro), Sanctus: Sanctus (coro), Benedictus (coro, soprano,
contralto, barítono y tenor), Agnus Dei (coro), Communio: Lux Aeterna (coro).
La Sinfonía nº 9 en re menor op. 125,
también conocida como "Coral".
Una de las obras más importantes, de la música es
la última sinfonía de Beethoven; novedosa para su época por lo inusual de la
introducción de percusión en su último movimiento es un final coral, hoy en
día símbolo de la libertad. La Sociedad
Filarmónica de Londres en 1817 encargó
la composición de la sinfonía. Beethoven comenzó en 1818 y la terminó a
principios de 1824. Se denomina «Himno a la alegría» al cuarto movimiento de
la Novena sinfonía de Beethoven, poema de Friedrich Schiller An die Freude que
se conoce como Oda a la alegría, modificado de forma ligera por Beethoven por
motivos de ritmo y métrica. En la actualidad esta parte de la sinfonía es el
himno oficial de la Unión Europea y el Consejo de Europa. Beethoven uno de los
primeros músicos que viven de lo que venden componiendo, representa el tránsito del estilo clásico al
estilo romántico, al romper el esquema cerrado de las formas musicales y
adaptarlas a esta incipiente libertad individual. Esta sinfonía, pieza musical
compuesta para orquesta, tiene una
duración aproximada de 74 minutos marcando para siempre todos los géneros
musicales, posee cuatro movimientos Allegro, Scherzo, Adagio y Recitative. Determinante e innovadora en su
época.
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